domingo, 28 de diciembre de 2008

(...)

¡Feliz día de Inocentes!


Eso no es posible y creo que ni deseable por ahora,

un abrazo,

:)

viernes, 7 de noviembre de 2008

Indicios de un fraude electoral para el 2009

Unidad Nacional de Abogados por la Justicia y la Democracia, UNAJUD.

Quienes desde hace varios meses atrás nos preguntábamos: ¿Qué estarán tramando La Prensa Gráfica y TCS con sus respectivas encuestas electorales en las que la ventaja del FMLN y su candidato presidencial es muy baja, comparada con la de otras encuestas e incluso con la de otros medios de comunicación de derecha como Diario El Mundo?, a partir del martes 28 de octubre, podemos comenzar a vislumbrar con mayor claridad el propósito de dichos sondeos, ya que, por primera vez, el Diario de Hoy y La Prensa Gráfica coincidieron en presentar en sus titulares y en amplios reportajes, una supuesta ventaja de apenas cuatro o tres puntos porcentuales del FMLN sobre ARENA, mientras ese mismo día por la noche, en el Programa “Ocho en Punto”, conducido por Narciso Castillo en el canal 33, la Universidad Tecnológica, a través de su Vicerrector Académico, de forma valiente dio a conocer los resultados de su más reciente encuesta realizada entre el 24 y 26 de octubre, que revelan una sólida ventaja del candidato por el FMLN de 14.5 puntos porcentuales por encima del candidato de ARENA.

A partir de estos hechos es válido, totalmente válido, conjeturar que no se trata de una sencilla coincidencia, como no puede ser una simple casualidad que El Diario de Hoy se haya decidido a contratar a otras empresa, Borges y Asociados, para que esta vez le presentara resultados distintos a los que se vio obligado a publicar varios meses atrás en los que, tragando grueso, tuvo que admitir una amplia diferencia favorable al FMLN.

Igualmente es válido especular, como se especula en todo campo del saber, incluso en el ámbito de las ciencias naturales, que las encuestas de estos llamados “grandes medios de comunicación” (TCS, El Diario de Hoy y La Prensa Gráfica) cuyos intereses económicos, políticos e ideológicos son tan similares a los del partido gobernante que más que medios independientes parecen voceros oficiales, formen parte de una estrategia orientada a servir como “sustento técnico”, a una nueva forma de fraude electoral; por supuesto, no se trataría de las burdas maniobras realizadas durante la época de la dictadura militar, sino algo más sofisticado, más adecuado a los nuevos tiempos.

Un fraude electoral en pleno siglo XXI, dentro de una democracia formal, no puede ser igual que los fraudes perpetrados por las dictaduras oligárquico militares de los años 70 del siglo XX, las que simplemente utilizaban métodos tan rudimentarios como rellenar urnas con papeletas marcadas fraudulentamente a favor del partido oficial, una práctica tan extendida y familiarizada en nuestro país que llegó a conocerse como “la tamaleada”, de donde el vocablo “tamal” o la expresión “hacer el tamal”, significan hacer fraude o hacer trampa. Tampoco se puede recurrir, como antes se hacía, a la “Benemérita Guardia Nacional” ni al Ejército, para intimidar a los sectores de oposición y alejarlos de las urnas, más allá de que dentro de la PNC y de la Fuerza Armada todavía existan algunos elementos dispuestos a hacer eso y mucho más.

El hecho de que ya no se pueda recurrir a esos métodos tan burdos, no significa que los grupos hegemónicos del poder político, hayan renunciado a su vocación antidemocrática y fraudulenta. Creer que en nuestro país no es posible la perpetración de un fraude electoral por el sólo hecho que se han realizado sucesivas elecciones desde los Acuerdos de Paz con la participación y aceptación de los resultados por parte del FMLN, es una ingenuidad.

¿Qué bases existen para sostener esta sospecha de fraude electoral?

En primer lugar, varias encuestas revelan que un amplio porcentaje de la población, entre el 50 y 60%, considera que sí puede haber fraude en las elecciones del 2009 y muestran claramente su desconfianza hacia el supuesto árbitro de la contienda como es el Tribunal Supremo Electoral, claramente parcializado a favor de la derecha.

En segundo lugar, la experiencia histórica; los escandalosos fraudes electorales de la década de los 70, fueron uno de los factores determinantes para el estallido de la guerra civil que padecimos a lo largo de la década de los 80. En tercer lugar, la permanencia en el poder de la derecha en sus diversas variantes que, por supuesto, no está nada dispuesta a entregar la conducción del país a quienes considera sus enemigos y a los que lo único que ofrece es “la tumba donde los rojos terminarán”, como lo dice la marcha oficial del partido gobernante.

En cuarto lugar, el fraude es una práctica tan inveterada en nuestro medio, que hasta puede sostenerse que el mismo Estado salvadoreño es un fraude, no existe el Estado de Derecho, lo que tenemos es un régimen de gobierno corporativo, que promueve y defiende ante todo los intereses de ciertos grupos de poder político y económico, pero que poco le importa satisfacer las demandas, derechos y necesidades de la gran mayoría de la población, como lo muestra la reciente decisión del Ejecutivo de no ratificar la Convención Iberoamericana de los Derechos de los Jóvenes, sin importar que El Salvador sea anfitrión de la XVIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, dedicada precisamente al tema de Juventud y Desarrollo.

Es un régimen de gobierno que, entre otras cosas, no ha sido capaz de desarrollar dos de las funciones esenciales de cualquier Estado como son, por una parte, la de garantizar la seguridad de sus ciudadanos/as, con altas cifras de criminalidad y violencia cuya máxima expresión son las espeluznantes tasas de más de 60 homicidios por cada 100,000 habitantes en los últimos cinco años; y, por otra parte, la recaudación tributaria, ya que según fuentes de la Agencia de los Estados Unidos para la Ayuda Internacional (USAID), existe una evasión fiscal aproximadamente del 47% del impuesto sobre la renta y 37.3% del IVA, que para el año 2007 se tradujo en una pérdida de 753 millones de dólares , por lo que en 19 años esa evasión se traduce en una increíble suma de más de 14,000 millones de dólares que el gobierno no ha sido capaz de recaudar.


¿Cómo pueden servir las encuestas a un fraude electoral?

En primer lugar hay que diferenciar unas encuestas de otras. Están las que realizan instituciones independientes con un propósito científico, de proyección social o de promoción de prestigio institucional como las de los centros especializados en opinión pública de varias universidades del país, o la que realizan empresas encuestadoras de amplia trayectoria por iniciativa propia como la CID Gallup. Por otra parte, están las encuestas realizadas por encargo, como prestación de servicios solicitados por los partidos políticos o por algunos medios de comunicación a determinadas empresas y, por último, están las encuestas realizadas por algunos medios con recursos y métodos propios como el caso de La Prensa Gráfica.

Por lo menos cuatro instituciones encuestadoras, reconocidas por su seriedad, prestigio e independencia, como son la CID Gallup; el Instituto de Opinión Pública de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA); el Centro de Opinión Pública de la Universidad Francisco Gavidia (UFG) y el Centro de Investigación de la Opinión Pública Salvadoreña de la Universidad Tecnológica (UTEC), en sus más recientes encuestas, realizadas entre finales de septiembre y finales de octubre, sitúan al candidato del FMLN con un ventaja que oscila entre 23.7 puntos porcentuales (UFG) y 14.5 puntos porcentuales (UTEC) sobre el candidato del partido ARENA; margen suficiente para que el FMLN gane directamente la Presidencia de la República sin necesidad de una segunda vuelta electoral.

No puede ser una simple casualidad que tres de los grandes medios de comunicación, (TCS, El Diario de Hoy y La Prensa Gráfica), caracterizados además por su clara afinidad de intereses con el partido de gobierno, coincidan en presentar una ventaja tan mínima de aproximadamente cuatro o tres puntos –aunque siempre con ventaja para el candidato del FMLN –, como resultado de las encuestas que dichos medios han realizado por cuenta propia o por encargo a empresas encuestadoras.

En segundo lugar, hay que decirlo con toda claridad: el conocimiento, la información, el mismo saber científico no es neutral, están ligados de forma directa o indirecta al ejercicio del poder y para demostrar esto bastaría hacer un recorrido breve de la historia de la antropología, la sociología, la criminología, la psicología, la medicina, la biología y otros campos de la ciencia que desde sus orígenes y por largos siglos se empeñaron en revestir como verdad científica la supuesta ventaja evolutiva del hombre blanco europeo o anglosajón, por sobre el resto de las razas o grupos étnicos del mundo, con el fin último de justificar la hegemonía colonial.

En consecuencia, no debería causar sorpresa alguna, el que se conjeture que la difusión de conocimientos o información supuestamente basada en métodos técnicos o científicos como son las encuestas de opinión pública, puedan formar parte de una estrategia concertada por grupos que integran el bloque de poder político y económico del país, orientada a impedir la alternabilidad en la Presidencia de la República.

Detrás de la supuesta coincidencia de los datos presentados por El Diario de Hoy, TCS y La Prensa Gráfica, está la necesidad que tendría el partido gobernante, de contar con un sustento técnico, pseudo-científico, para alegar que, si bien las universidades y otras instituciones detectaron una amplia ventaja a favor del FMLN, otras entidades auto proclamadas como serias, imparciales y responsables, como son los mencionados medios de comunicación, ya habían advertido que la ventaja del partido de izquierda sobre el partido oficial, no era tan amplia y por lo tanto éste último no sólo podía alcanzar a su contendiente sino incluso rebasarlo. Así es la trama que han seguido principalmente TCS y La Prensa Gráfica y a la que ahora se suma claramente El Diario de Hoy.

El Salvador está a las puertas de un cambio inédito en su conducción política. Por primera vez en la historia estamos ante una fuerte probabilidad que las elecciones presidenciales, por voluntad mayoritaria del pueblo, sean ganadas por un candidato y un partido político de izquierda. Esa es la tendencia que marcan claramente las encuestas realizadas por instituciones independientes que no responden a los intereses de quienes les contratan, sean éstos los partidos políticos o algunos medios de comunicación identificados con el partido gobernante.

Pero ese panorama esperanzador para la mayoría de la población salvadoreña, no debe traducirse en triunfalismo, no se debe estar completamente confiados; por el contrario, debe ser un aliciente para redoblar esfuerzos con el propósito de conservar o ampliar la ventaja alcanzada y, más aun, para defender la victoria de un posible fraude electoral de nuevo tipo, que se fraguaría de una forma sofisticada, no a través de los métodos rudimentarios del pasado.

Ese fraude electoral del siglo XXI, en realidad comenzó inmediatamente después que el FMLN decidió renunciar a las armas, suscribir los Acuerdos de Paz, e incorporarse a la vida institucional del país como un nuevo partido político. Inició desde ahí porque para lograr la paz y la incorporación del FMLN, se acordaron las reglas del juego que fueron expresadas en la Constitución y en el Código Electoral; pero éste último ha sido modificado tantas veces a favor del partido gobernante y de sus partidos afines, que las reglas originalmente pactadas han quedado en el olvido, dejando al FMLN y a otros partidos de oposición, en una franca desventaja.

Usando una imagen del fútbol, sería algo así como que después de acordar la realización de un encuentro entre dos equipos determinados, bajo las reglas comunes de este deporte, uno de ellos haya logrado que la meta de su rival sea más ancha sin permitir el cambio de meta después del primer tiempo de juego; que entre sus filas en lugar de once jugadores participen doce o trece; que todos sus jugadores usen calzado y equipamiento dañinos para sus contrincantes y, peor aun, que el árbitro se incline de forma descarada y abierta a su favor. Si esto pasara en un partido de fútbol, lo más probable sería que el equipo agraviado terminaría retirándose del encuentro por no existir un mínimo de imparcialidad, razón por la cual el FMLN debería ser felicitado por mantenerse en la competencia a pesar de toda la desventaja institucional contra la que debe lidiar, o, debería ser reprendido por actuar con tanta ingenuidad.


¿Qué hacer para conjurar el posible fraude electoral?

Las publicaciones coincidentes de La Prensa Gráfica, el Diario de Hoy y TCS, parecen ser una señal de que las cartas ya están tiradas; el bloque de derecha hegemónico está dando claras señales de unir filas para evitar a toda costa, como era de esperarse, que un partido de izquierda gobierne en nuestro país. Quienes piensan que para lograr un verdadero cambio de gobierno basta con ganar las elecciones, se equivocan. En El Salvador, además de ganar las elecciones se requiere evitar que se perpetre un fraude, distinto a los primitivos fraudes de la década de los 70, pero fraude al fin.

Para enfrentar y conjurar la vocación antidemocrática y fraudulenta de dicho bloque de poder, el FMLN, sus candidatos, los grupos que les apoyan y en general todos los sectores sociales y políticos democráticos, progresistas y transformadores, deben comenzar urgentemente una serie de medidas.

La primera de ellas es denunciar esta situación tal como es, como indicio de maniobras de un fraude al estilo del siglo XXI, cuya posible perpetración cuenta con bases suficientes como los que se esbozan en este artículo; las encuestas posiblemente manipuladas por los medios de comunicación indicados, no pueden verse únicamente como acontecimientos aislados, casuales o coincidentes, sino como parte de una estrategia que necesita contar con una base técnica para luego hacer uso de los grandes huecos que ha dejado el Código Electoral, como por ejemplo introducir papeletas sin firmas de los miembros de las Juntas Receptoras de Votos a favor del partido oficial que, según una de las más escandalosas reformas, serían válidas.

Si a esto le sumamos que el Tribunal Supremo Electoral está en manos del bloque de derecha, el panorama se cierra realmente para presagiar que un fraude técnico, de nueva generación, no solo es posible sino altamente probable y más aun si previamente se ha tejido un telón de fondo para convalidar, para legitimar el supuesto crecimiento electoral del partido gobernante, que precisamente sería el papel desempeñado por las encuestas de estos medios de comunicación.

En segundo lugar, deben redoblarse los esfuerzos de defensa del voto y de neutralización del fraude, para lo cual debe desde ya comenzarse a denunciar ampliamente en el ámbito nacional e internacional, las maniobras orientadas a perpetrar ese fraude de nuevo tipo.

En tercer lugar, se requiere que la comunidad internacional participe ampliamente durante tres fases de supervisión de las elecciones: por lo menos tres meses de verificación previa que debería comenzar de inmediato porque estamos a menos de tres meses para la primera elección legislativa y municipal; una segunda etapa de verificación durante el desarrollo de las elecciones; y, por último, una vigilancia posterior al día de las elecciones; supervisión que no debería ser menos de siete días o hasta que se declaren firmes los resultados. Ojala, por el bien del país, que se pueda neutralizar esa tradicional vocación fraudulenta y antidemocrática de los grupos que integran el bloque de poder político y económico de nuestro país, que se respete la voluntad mayoritaria del pueblo que con toda claridad se está pronunciando a favor de la alternabilidad en el poder político.